La obra de Escrivá se caracteriza por una constante búsqueda de la integración del ser humano con su entorno, convirtiendo a la persona y al paisaje en un todo. El personaje, en sus fotografías, ansía reconciliarse con la naturaleza. Incluso cuando éste no aparece explícitamente en la imagen se intuye su presencia.
Sus fotografías desafían las leyes cromáticas, reinventando lugares reales para convertirlos en escenas oníricas. Más que descripción del paisaje, busca sugerir, conmover y transmitir sensaciones al espectador.
No cabe duda que el artista ha bebido del espíritu trágico del romanticismo. Esta sensibilidad romántica se transmite en sus fotografías a través de una combinación de gozo y melancolía. Los mares de nubes de Friedrich o el dramatismo cromático de Turner se antojan evidentes en parte de sus obras. También adivinamos en su estética pequeños guiños al cómic fantástico y a la publicidad a través de colores vivos e imágenes espectaculares, que nos invitan a penetrar en la hermosura de lo inconmensurable.
Esta es su segunda exposición individual, una colección de 10 fotografías con un nexo común, la presencia velada del Coto de Doñana.
Sergio Escrivá pretende transmitir su amor por el sur en las fotografías: luces, sombras, colores y texturas que muestran las imágenes muchas veces no como son o como parecen, si no como a él le gusta que sean.
Una mirada que dará que hablar.
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